
Lcda. Maria M. Santiago Reyes Pasada Presidenta del Colegio de Químicos de Puerto Rico
En días recientes, las noticias acerca del plomo en alimentos, especias, cosméticos y otros artículos de consumo personal han aumentado en Puerto Rico y en el mundo. Aunque el plomo es un problema que preocupa, existen varias razones que explican el porqué ahora se informa en los medios noticiosos con mayor frecuencia y urgencia sobre su presencia en los artículos de consumo.
Primero, la ciencia cuenta hoy con más herramientas que son más precisas para detectarlo. Las técnicas modernas como la espectrometría de masas, espectrometría de absorción atómica las cuales nos permiten identificar las concentraciones de plomo extremadamente bajas que antes pasaban inadvertidas. Esto ha revelado que incluso productos cotidianos, desde especias importadas hasta dulces o maquillaje, pueden contener niveles preocupantes del metal.
En segundo lugar, la evidencia científica ha demostrado que no existe un nivel “seguro” de exposición al plomo. En el pasado, se permitían concentraciones más altas en alimentos y agua potable; hoy sabemos que incluso pequeñas cantidades afectan la salud en general. Los niños son más vulnerables, ya que el plomo interfiere con su desarrollo neurológico y cognitivo. En los adultos, se asocia con hipertensión, daños renales y problemas reproductivos.
La globalización ha sido otro factor clave en Puerto Rico, ya que importamos gran parte de los alimentos y productos de consumo. Algunos provienen de regiones con reglamentaciones menos estrictas, donde todavía se usan colorantes adulterados, envases con soldaduras a base de plomo o esmaltes cerámicos con alto contenido de este metal. Estos artículos, al llegar al mercado local, representan un riesgo adicional.
También influye el fortalecimiento de la vigilancia de las agencias que reglamentan este tipo de contaminante. La Food and Drug Administration (FDA), Environmental Protection Agency (EPA), Housing and Urban Development (HUD), World Health Organization (WHO), han fortalecido y han disminuido los límites permitidos de plomo y están realizando muestreos más frecuentes en productos importados. Cuando se detectan irregularidades, los hallazgos suelen difundirse públicamente para alertar a los consumidores.
Según los datos de la página de internet de la FDA los niveles permitidos para este tipo de elemento y citamos: “10 ppb (partes por billón) esto para frutas, verduras (excluyendo aquellas cuya única ingrediente es una raíz), mezclas (frutas, vegetales, granos, carne), yogures, pudines/custard, y carnes de un solo ingrediente”, cerramos cita.
En agua embotellada el límite máximo será de 5 ppb (partes por billón).
En esta misma página se encontró que para el área de los cosméticos sería de 10 partes por millón (ppm).
En cambio, según los datos de la EPA la cantidad “permitida” en agua potable es de 15 partes por billón(ppb).
Hemos mencionado las siglas de las concentraciones pero, ¿qué significan estas? PPB significa “partes por billón” (parts per billion, en inglés). Es una manera de expresar las concentraciones muy diminutas de una sustancia dentro de otra. PPM significa “partes por millón” (parts per million, en inglés). Es una manera de expresar las concentraciones pequeñas.
La conciencia ciudadana y la presión social desempeñan un papel importante. Hoy, la población tiene mayor acceso a la información sobre riesgos ambientales y exige transparencia. Los medios de comunicación, las redes sociales y las organizaciones de salud amplifican estas alertas, generando un debate público que antes quedaba restringido al ámbito técnico.
El aumento de reportes sobre plomo en alimentos y artículos de uso personal no significa que el problema sea nuevo, sino que ahora lo vemos con mayor claridad gracias a la ciencia, las reglamentaciones y la información pública. El desafío es transformar esta conciencia en acción: exigir controles de calidad más estrictos, evitar productos de dudosa procedencia y proteger la salud de las futuras generaciones.
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