La lucha por la independencia de Puerto Rico, Juan Antonio Corretjer
Presentación por Francisco Moscoso Historiador Ateneo Puertoriqueño San Juan, Puerto Rico
Quiero agradecer infinitamente a la poeta y escritora Vanessa Droz, a la traductora Consuelo Corretjer Lee y a Zumbador Publishing de San Juan, Puerto Rico, por el honor y la alegría de invitarme a presentar la novena edición de la obra de Juan Antonio Corretjer, La lucha por la independencia de Puerto Rico. La obra tiene, a su vez una segunda edición en inglés, fruto de la traducción de Consuelo Corretjer. Tuve el privilegio de conocer a don Juan Antonio y a su esposa doña Consuelo Lee Tapia, grandes e incansables patriotas en la lucha por la independencia y el socialismo, hace exactamente medio siglo en 1972. Durante algunos meses de aquel año estuve vinculado a la Liga Socialista Puertorriqueña (LSP). Siempre mantuvimos una bonita y cariñosa amistad a través de los años y seguimos compartiendo desde diversas trincheras en la lucha por la liberación nacional y social.
También agradezco mucho al Ateneo Puertorriqueño, por brindar su espacio para la presentación, especial institución histórica de promoción cultural, educativa y política desde su fundación en 1876; y del que tuve la honra de ser director de su Sección de Historia del 2005 al 2010.
Vamos, primeramente, a ubicar y apreciar el libro en su contexto histórico e historiográfico.
Contexto histórico e historiografía
Juan Antonio Corretjer nació en Ciales en 1908. ¿Con qué información formaron o deformaron a Corretjer en sus tempranos años escolares? ¿Qué le enseñaron de la historia de Puerto Rico y de la lucha por la independencia por entonces? Para no decir de la masa de la juventud que no tuvo siquiera los grados primarios. En un estudio titulado Encuesta de Alfabetización del año 2010, Orville M. Disdier, Francisco Pesante y Mario Marazzi, del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico (publicado en 2012), señalan que en 1920 la tasa de analfabetismo era de 55%; en 1930, 41.4%. Sospecho que Corretjer, quien ya escribía como periodista desde los 16 años, puede que me equivoque, se habrá enterado por otros medios probablemente no escolares del independentismo. En 1920, cuando tenía 12 años los restos de Betances fueron trasladados de Francia a Puerto Rico. Hubo un recibimiento apoteósico por todo Puerto Rico. Betances era y sigue siendo la enorme reserva moral de la patria puertorriqueña. El acontecimiento tocó a todo el mundo. En 1923, a los 15 años fue cofundador en Ciales de la Sociedad Literaria Gautier Benítez que según se indica en la Breve Biografía al final del libro que presentamos, era una agrupación independentista.
Y en cuanto al contexto histórico en general y la historiografía de finales del siglo 19 y comienzos del 20, ¿qué podemos decir? La historiografía, un término compuesto de historia y escritura, en palabras sencillas se refiere a toda la producción sobre un tema, en la forma de libros, ensayos, artículos de revistas o de periódicos, manifestaciones culturales (por ejemplo, dramas), cine (películas y documentales), fotografías, y en esta época textos presentados hasta por los modernos medios de redes electrónicas como blogs y otras plataformas cibernéticas. La historiográfía igualmente comprende el estudio de las fuentes de información utilizadas y el análisis de las interpretaciones.
En Puerto Rico se ha estado luchando por la independencia desde el 1809. Su contexto histórico más antiguo coincide con y forma parte de la época de las guerras y conquistas de la independencia en América Latina del primer cuarto del siglo 19. A pesar de los intentos de movimientos revolucionarios precursores en Puerto Rico y Cuba, ambas colonias permanecieron bajo el control de España hasta el 1898.
Con respecto al siglo 19 hay que tener presente que aun en los breves espacios liberales, de 1809 a mayo de 1814, y de 1820-1823, y el más corto de la Primera República española de 1873, Puerto Rico estuvo regido por una sucesión de gobiernos militares despóticos. Aun en los periodos liberales no hubo plena libertad de reunión, de pensamiento y expresión de ideas. Los periódicos permitidos, por lo general, estaban sujetos a la censura oficial previa. Después de la revolución puertorriqueña de 1868 – el Grito de Lares – a partir del 1869 el gobierno autorizó la organización y limitadísima participación electoral de solo dos partidos políticos: el Partido Conservador o Incondicional Español (el nombre lo dice todo), y el Liberal-Reformista, luego llamado Autonomista desde 1887. Se trata de una legalidad atropellada y de abusos contra los propios reformistas, sobre los que cayó la represión brutal en lo que el escritor y ensayista Antonio S. Pedreira llamó en su libro El Año Terrible del 87.
El independentismo estuvo siempre proscrito, prohibido y criminalizado. Los puertorriqueños y puertorriqueñas que buscaran información sobre la lucha por la independencia en aquella época apenas iban a encontrar la obra Historia de la insurrección de Lares, publicada en 1872. Para aquella época ese libro lo conoció un público lector bien reducido, a quien le cayera en manos, en una población de 85% de analfabetas. Su autor fue José Pérez Moris, asistido por Luis Cueto. El español Pérez Moris, que era miembro del Partido Conservador, emigró a Cuba a los 14 años como dependiente de comercio, y luego trabajó en el Cuerpo de Telégrafos de La Habana. Luego se trasladó a Puerto Rico a trabajar en el telégrafo y como periodista del Boletín Mercantil de Puerto Rico, del que fue su director unos años, representante de los intereses terratenientes y comerciales españoles. A pesar de sus señalamientos ideológicos reaccionarios, en su obra Pérez Moris quiso llamar la atención de las autoridades de la existencia de un sentimiento y lucha por la independencia con más arraigo y mayor de lo que el Gobierno quería admitir desde décadas antes de 1868. Es una obra con mucha información, con un apéndice de importantes documentos.
A nivel de lectura y de enseñanza en las escuelas públicas y privadas, sin embargo, hubo poca oportunidad de documentarse acerca de la lucha independentista. De ello no se podía hablar. En la superficie, las aspiraciones políticas aparentaban ser una contienda exclusiva y principalmente entre conservadores reaccionarios y reformistas coloniales. Es la imagen tradicional que se ha perpetuado en la historiografía y en las nociones generales de la gente incluso hasta nuestros días. Sin embargo, tierra adentro y abajo muchos sectores del pueblo sabían que la realidad y los anhelos eran distintos. En la tesis doctoral del historiador Ewin Martínez Torre, Revolucionarios y desafectos a España en Puerto Rico, 1868-1873 (Departamento de Historia, UPR-RP, 2011), documenta decenas de protestas, conspiraciones y rebeliones independentistas en lo cinco años siguientes al Grito de Lares. En mayo de este año, en su tesis doctoral Represión y alteración del orden público en Puerto Rico, 1874-1887 (Departamento de Historia, UPR-RP, 2022), César Daniel Díaz Pazo, igualmente, documenta la resistencia y eventos de índole independentista en ese periodo. Es importante que las tesis académicas se transformen en libros para el conocimiento general y hacer correspondientes cambios de enfoques en los textos de historia. Pero de todo esto nos enteramos algunos ahora, en lo que va del siglo 21.
A finales del siglo 19, del menosprecio de la lucha independentista y formación de nociones distorsionando o mismo falsificando la realidad, por ejemplo, empleando frases burlonas y ridiculizando el Grito de Lares, igualmente fueron responsables ideólogos partidistas del reformismo colonial. Uno de ellos fue Francisco Mariano Quiñones. Las investigaciones han puesto de relieve que formó parte de la sociedad secreta de San Germán. Pero, una vez que se dio la insurrección con falta de sintonía entre todas las organizaciones en diversos pueblos y la represión hasta enero de 1869, un agriado Quiñones dio un giro político al reformismo y autonomismo colonial. En 1888 publicó Apuntes para la historia de Puerto Rico, donde describe la revolución de 1868 como “una calaverada” o una “algarada que no encontró pueblo que la apoyara”. Nos hubiese gustado tener de frente a Francisco Mariano Quiñones, y a otros detractores puertorriqueños como él, para que nos hablara de los 650 presos conocidos y que siguen sumando en las investigaciones y cuya composición era en su mayoría jornaleros, esclavos y artesanos y asalariados de capas medias. Y mejor aún, que nos explicara lo indicado por el gobernador, general José Laureano Sanz en su Informe al Poder Ejecutivo de Madrid, del 4 de julio de 1869, en las palabras siguientes: “No puede menos de ser importante y trascendental el hecho de que individuos de todas las clases que componen esta sociedad tuvieran participación en la revolución radical que proclamaba la independencia de la isla”. ¿Así se insignificante fue el Grito de Lares?
En la década de 1890 Luis Muñoz Rivera se destacaba como uno de los líderes principales del autonomismo. Tenía 9 años de edad cuando sucedió el Grito de Lares, pero evidentemente estaba influenciado por las caracterizaciones como las formuladas por Quiñones, cuando en un artículo en el periódico La Democracia, que editaba en Ponce, tildó el Grito de Lares de “aquella raquítica algarada”. El revolucionario Ramón Emeterio Betances tuvo ocasión de replicarle que, sin aquella “raquítica algarada” de 1868 él no estaría publicando La Democracia en 1892.
Con la Guerra Hispano Americana de 1898, como sabemos todos y todas, Puerto Rico fue conquistado y sometido a una nueva dominación colonial que perdura hasta el presente. Durante el siguiente medio siglo Estados Unidos impuso primero gobiernos militares hasta mediados de 1900; y a partir del 1 de mayo de 1900, una sucesión de administraciones con gobernadores civiles norteamericanos hasta permitir la elección de un puertorriqueño en 1948. Todo encuadrado bajo las reglas de su Ley Foraker de 1900 seguida por la Ley Jones de 1917, y una campaña agresiva de americanización en las primeras tres décadas del siglo 20; hasta el nombre lo cambiaron a Porto Rico y pretendieron sustituir el español con el inglés. Su Comisionado de Educación Paul G. Miller publicó su versión de Historia de Puerto Rico (en 1922), texto impuesto a las escuelas públicas, y utilizado también en las privadas, hasta la década de 1950.
Sin embargo, el independentismo que supuestamente era minoritario e insignificante afloró desde comienzos del siglo 20. El gobierno de Estados Unidos hizo caso omiso a los reclamos de Derecho y a celebrar una consulta democrática que hicieran Eugenio María de Hostos y otros desde 1899. Los oficiales militares y autoridades del gobierno, como el secretario de la Guerra, Elihu Root, afirmaban que Puerto Rico no estaba capacitado para autogobernarse y necesitaba la tutela de Washington. Es la justificación ideológica del imperialismo. ¿Han cambiado de postura hasta nuestros días? Así, pues, bajo la dirección del médico y novelista Manuel Zeno Gandía, el periódico La Correspondencia de Puerto Rico llevó a cabo un plebiscito extraoficial entre enero y marzo de 1903. Con una participación de sobre 54,000 votos, incluyendo el de las mujeres que no tenían derecho al sufragio (no lo tuvieron sino parcialmente hasta 1932), salió triunfante la Independencia.
El independentismo encontró cierto espacio en el bipartidismo reinante de aquella época, específicamente en el Partido Unión de Puerto Rico; el otro partido siendo el Republicano anexionista. En 1912, Rosendo Matienzo Cintrón y otros fundaron el Partido de la Independencia, de corta duración tras la muerte de Matienzo. Una Asociación Independentista formaba parte del Partido Unión. Tras sus vacilaciones entre autonomía a corto plazo e independencia a largo plazo que nunca llegaba, un grupo encabezado por José Coll Cuchí y José S. Alegría fundaron el Partido Nacionalista en 1922. En 1930, como se sabe, cuando don Pedro Albizu Campos fue electo Presidente del Partido Nacionalista, comenzaron las celebraciones anuales del Grito de Lares cada 23 de septiembre.
Sin embargo, en materia de investigaciones y conocimientos históricos era poco lo que sabía y se había publicado sobre el independentismo y el mismo evento de Lares. En 1916 fue estrenado el drama El Grito de Lares del abogado, poeta y escritor Luis Llorens Torres; aunque lo escribió dos o tres años antes. En un artículo titulado “La rebelión de Lares”, de 1937, Lloréns Torres señaló: “Cuando yo me decidí a escribir mi drama histórico-poético El Grito de Lares, los intelectuales y el pueblo de esta isla no sabían nada de aquella rebelión ni de los hombres que la realizaron”. Este artículo está publicado en el Tomo III de las Obras Completas de Luis LlorénsTorres (ICP, 1969, pp.380-383). En el mismo Lloréns hace un relato de película.
“El propósito de escribir el drama”, él escribió, “surgió una noche, en la Plaza Baldorioty de San Juan, estando allí en tertulia Muñoz Rivera, Canales, Matienzo y yo. Los cuatro lamentábamos de lo muy poco que sabíamos sobre aquel gesto patriótico”. Luis Muñoz Rivera, Nemesio Canales, Rosendo Matienzo Cintrón y Luis Lloréns Torres en tertulia sobre el Grito de Lares. Creo que estarán de acuerdo conmigo de que es una admisión muy reveladora. De los presentes, Matienzo Cintrón murió el 13 de diciembre de 1913 y Muñoz Rivera falleció el 15 de noviembre de 1916. Inferimos que la reunión tuvo que acontecer en algún momento de 1913, o un poco antes. Es el mismo año en que Lloréns publicó la Canción de las Antillas, y él fue uno de los cofundadores del Partido de la Independencia en 1912.
Lloréns hizo otra observación importante de carácter historiográfico. Solo dos o tres días después de la memorable tertulia, apuntó: “Conseguí el apasionado libro de Pérez Moris, Historia de la Revolución de Lares y algunas otras fuentes históricas, ninguna de mucho valor”. El libro de Pérez Moris se publicó en 1872, Lloréns Torres lo vino a leer más de 40 años después. Creo que en la emoción le cambió el título de insurrección a revolución, con lo que no tenemos ningún problema. Desconocemos cuáles serían esas otras fuentes. Pero otro recurso fue el de la historia oral. Lloréns persuadió a Muñoz Rivera a viajar a Lares, “a fin de hablar allí con varias personas que aún vivían y que ya sabíamos que habían tomado parte en la rebelión”. Tampoco sabemos quiénes serían aquellos veteranos del Grito de Lares, de 45 años atrás. Tienen que haber sido jóvenes entonces.
Efectivamente, añade Lloréns: “Fuimos a Lares y nos comunicamos con dichas personas, hombres ya viejos, de prestigio, honorables, de cuya veracidad no se podía dudar. De ese modo reunimos los datos históricos para el drama y los que hoy me sirven para esta síntesis que ahora doy al público puertorriqueño”. Ambos se convencieron de que si no hubiese sido descubierta una de las juntas revolucionarias, que fue la de Camuy, y se diera el levantamiento general de sorpresa como visualizaba Betances, otra sería la historia. Lloréns Torres aportó su drama, y a pesar de su desinformación previa y bandazos políticos, Muñoz Rivera escribió el Prólogo donde celebró “¡el primer grito de una rebelión cien veces santa!”
Siguieron pasando los años, incluyendo la intensa década de 1930 del resurgimiento nacionalista, y en que el Partido Liberal Puertorriqueño (de 1932 y 1936) dirigido por Antonio R. Barceló, seguido por el Partido Popular Democrático (en su fase de 1938 a 1944) encabezado por Luis Muñoz Marín inscribieron en sus programas la finalidad política de la independencia; independencia que venían postergando y siguieron aplazando desde 1904. Pero no se producían investigaciones y obras de envergadura sobre la lucha.
En 1947 Juan Antonio Corretjer hizo una aportación modesta con la publicación de un folleto titulado, La revolución de Lares (San Juan: Editorial Bohique). Hace una breve referencia crítica al libro de Pérez Moris (por episodios y nombres que calló), pero le sirvió para hacer unas observaciones sobre la composición social (las diversas clases sociales) de los insurrectos del 1868. También cita un caso del Expediente relativo a los delitos contra el orden público perpetrados por varias partidas de sediciosos en los pueblos de Lares y “El Pepino”, de la Sección Primera de la Real Audiencia de Puerto Rico. Evidentemente, pudo leer algo de esta fuente primaria, y que tenemos que tratar de ubicar y conocer.
Un año después, en 1948, César Andreu Iglesias publicó otro folleto, titulado El Grito de Lares y la actualidad puertorriqueña (Santurce: Imprenta Arroyo), y vendido en la Librería Estrella Roja en la Parada 23 de Santurce. Andreu Iglesias subrayó el valor de la historia (y las interconexiones del pasado con el presente) y la importancia de la lectura crítica, entre otros asuntos. Apuntó la necesidad de superar las perspectivas idealistas (como las de Baldorioty de Castro) con los conceptos de materialismo histórico (de Marx); pero no proveyó ninguna fuente bibliográfica.
Todo esto nos trae a la obra de Juan Antonio Corretjer y su significado para el País.
La lucha por la Independencia
Juan Antonio Corretjer no era un historiador. Fue un poeta, periodista, escritor y revolucionario independentista y socialista a tiempo completo. No había ni hay que esperar ni exigir la producción de una obra con todo el rigor metodológico y el andamiaje de una obra de historia. Con todo lo expuesto sobre el trasfondo histórico del siglo 19 y de la primera mitad del siglo 20, tengamos presente que aparte de la obra Pérez Moris, centrada en el Grito de Lares, Historia de Puerto Rico (1904) de Salvador Brau, y la Historia de Puerto Rico del comisionado Miller, no había mucho de donde agarrar.
Sin embargo, la publicación de La lucha por la independencia de Puerto Rico en 1949 fue, y sigue siendo en su novena edición del 2021, un acontecimiento especial historiográfico. La obra no tiene notas al calce ni referencias bibliográficas, algo notado por Consuelo Corretjer en su nota editorial. Pero esas carencias o limitaciones ni la invalidan ni la desmerecen. Algunos datos y eventos requerirían cambios o modificaciones a la luz de las investigaciones y obras de historia posteriores. No obstante, en su libro, con la información que le estuvo disponible en la década de 1940, Juan Antonio Corretjer dio una demostración de un conocimiento general de la historia, combinado con observaciones de su propia experiencia y protagonismo en diversos eventos especialmente de 1930 en adelante, y ofreciendo su análisis e interpretación de los acontecimientos. El libro es su manifiesto político.
En La lucha por la independencia, Corretjer elabora una discusión que relaciona un trasfondo histórico, primero de los cuatro siglos de Puerto Rico bajo la dominación de España, desde el siglo 16 hasta 1898; seguido por el medio siglo bajo la dominación de Estados Unidos, de 1898 a 1948. Este recorrido incluye menciones de las etapas históricas en que él entendía se encontraban Boriquén (el “comunismo primitivo”) y la España (aún en contexto feudal) del tiempo de la conquista inicial; las figuras de los mulatos Miguel Henríquez y José Campeche, como representantes de la capacidad de actividad económica y el nacimiento del arte pictórico puertorriqueño en el siglo 18; la importancia de Antonio Valero y su proyecto de independencia como ejemplo del proceso embrionario revolucionario y el episodio del pirata Cofresí dando una primera alerta a las intenciones imperialistas de Estados Unidos, en el primer cuarto del siglo19; la importancia de las rebeliones de los esclavos y la abolición de la esclavitud en 1873; la trascendencia del Grito de Lares y su significado definitorio de Puerto Rico como nación en 1868 y la obra directora revolucionaria de Ramón Emeterio Betances; la sumisión política de los partidarios del reformismo y autonomía colonial y de sus líderes como Pedro Gerónimo Goico, Román Baldorioty de Castro y Luis Muñoz Rivera; la crisis del 1898 y la claudicación del Gobierno Autonómico con sus consecuencias nefastas para Puerto Rico; la destrucción de la economía cafetalera en manos puertorriqueñas y el establecimiento y preponderancia de los intereses azucareros de Estados Unidos en las primeras dos décadas del siglo 20; el surgimiento de partidos políticos como el Unión de Puerto Rico y el Republicano y luego de la Alianza y Coalición de la década de 1920 vistos esencialmente al servicio de la dominación estadounidense; el rol negativo de Santiago Iglesias en la organización de la Federación Libre de Trabajadores y del Partido Socialista encarrilando al movimiento obrero por la senda reformista; el renacimiento nacional con la fundación del Partido Nacionalista y, especialmente bajo el liderato de Pedro Albizu Campos el enfrentamiento revolucionario con Estados Unidos; la periodización de cinco fases revolucionarias de 1930 a 1937, hasta el encarcelamiento del liderato nacionalista; el Partido Popular Democrático, “Pan Tierra Libertad” y el liderato engañoso de Luis Muñoz Marín; hasta las elecciones de 1948 y el papel de Muñoz Marín en la culminación degradante del coloniaje.
Acompaña todo ese cuadro histórico algunos postulados, o tesis de interpretación política, de Juan Antonio Corretjer. Vamos a resumirlos en los seis puntos siguientes:
1) Semejante al resto de las naciones americanas, la nación puertorriqueña es el resultado de un largo proceso histórico que comienza desde el descubrimiento y conquista española en el siglo 16 hasta su maduración y afirmación política en el siglo 19.
2) El Grito de Lares es el acto revolucionario y constituyente de Puerto Rico como nación diferenciada y en reclamo de su soberanía; Betances fue el maestro revolucionario y representó el ideario republicano y el liberalismo democrático de su tiempo.
3) A través de la historia se han manifestado fundamentalmente dos tendencias políticas:
a) la tendencia revolucionaria, que surge del proceso interno de formación nacional, con el pueblo como base, y tiene su instrumento de liberación nacional en la Independencia.
b) la tendencia reformista y su expresión autonomista, que es inculcada de afuera por la potencia imperialista, y sirve para apaciguar al pueblo, contrarrestar o neutralizar el camino revolucionario, y mantener la dominación colonial. El pueblo siempre ha dado muestras de estar preparado para las luchas decisivas, el liderato general reformista lo ha desorientado y actuado como retranca y freno.
4) En el escenario colonial, las elecciones son el arma por excelencia mediante el cual el imperio pone en práctica su política de “divide e impera”. El sistema electoral fue fundado por Estados Unidos para garantizar y legitimar su ocupación y dominación política de Puerto Rico. Mediante las elecciones generales Estados Unidos mantiene a los puertorriqueños divididos básicamente en lucha por el presupuesto y le administra el coloniaje.
5) En la década del resurgimiento nacional de 1930, con el Partido Nacionalista y el maestro Albizu Campos en la dirigencia, Puerto Rico tuvo posibilidades de alcanzar la independencia; los partidos reformistas, especialmente el Partido Popular Democrático con su lema populista de “Pan Tierra Libertad” y promoción de una industrialización para beneficio del capital estadounidense, con Luis Muñoz Marín a la cabeza, engañaron al pueblo y descarrilaron a Puerto Rico de su emancipación política. El gobierno de Estados Unidos, a su vez, se había opuesto y obstaculizaba la independencia.
6) El único camino político correcto para la liberación de Puerto Rico es el boicot electoral y la no cooperación (o participación) en las elecciones. No se debe perder tiempo con los partidos del reformismo colonial; en eso están incluidos todos los que participan en las elecciones. Lo que procede es la convergencia de los puertorriqueños en un frente unido conducente a una Asamblea Constituyente de la República de Puerto Rico.
Creo que, en síntesis, estos temas y asuntos son lo que pueden encontrar en La lucha por la independencia de Puerto Rico. Puerto Rico, sobra decir, continua bajo la dominación imperialista de Estados Unidos. Las perspectivas de Juan Antonio Corretjer, con las que se puede estar de acuerdo o no, enteramente o parcialmente, nos invitan a la reflexión, al intercambio de ideas y al debate en el presente.
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