Carta abierta Manuel Santiago Mendoza, alcalde de Aguada

Comenzó oficialmente la temporada de huracanes y tras la experiencia traumática que vivimos los puertorriqueños por el paso de María, se reactivan las memorias, los grandes desafíos y las pérdidas que todos sufrimos en ese tiempo.

Caminando por mi vecindario, del barrio que me vio nacer, reflexiono sobre esas vivencias, entre ellas, como un deslizamiento de terreno incomunicó a mis vecinos, que son mis sobrinos, y averió el puente que ellos usan día a día para llegar a sus casas en el barrio Naranjo de Aguada. El puente que transcurre una quebrada quedó en una condición deplorable e insegura para los que, obligatoriamente, tienen que transitar por allí para llegar a sus hogares con sus niños.  Sí, ya han pasado casi tres años, y la súplica de ayuda para que se lleve a cabo el proyecto de construcción del puente no ha sido escuchada. Lo triste es que, en días de mucha lluvia, los vecinos tienen que dejar sus vehículos al otro lado de la quebrada y caminar con sus niños hasta sus hogares, esto por el temor de un golpe de agua. Me consta que mis familiares han llamado a la Casa Alcaldía, han visitado –cuando nuestra norma no era el distanciamiento-, han escrito, han insistido y no ha pasado lo que tiene que suceder: que se concrete un proyecto que garantice la seguridad y bienestar de familias aguadeñas.  ¡Esa debe ser la misión principal de la figura de un primer ejecutivo municipal! Por esa razón, miro el puente roto y no puede entender cómo, en tres años, no se ha podido resolver la situación. Entonces, llegan muchas preguntas a mi mente: ¿Será que no todos los aguadeños tienen los mismos derechos a carreteras seguras? ¿Será que como esta situación impacta pocas casas o votantes, entonces no es prioritaria? ¿Será que el Alcalde se olvidó de nosotros? ¡Quisiera poder entender! Y más que entender, anhelo que se tome acción.

Señor Alcalde, tras el huracán del 2017, tal vez le vimos par de veces por aquí. De allí, en adelante esta petición ha quedado en el olvido. Atender esta situación es justo y necesario. ¡Es su deber!