Emplazadas en diferentes áreas de la ciudad, van apareciendo flores que reconocemos por su estilo característico: son obras de la venezolana Cristina Núñez, quien ve en su trabajo un medio para transformar el entorno urbano en su hogar.
Egresada de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, se incorporó en el año 2007 a un programa de residencias para artistas, que le permitió establecerse sucesivamente en España, China y finalmente Corea, país en el que cursó la Maestría en pintura de la Kookmin University.
Hoy en día se encuentra residenciada en la ciudad de Columbia, Missouri, en donde ha ido realizando intervenciones cada vez más numerosas, que contribuyen a embellecer el entorno y a hacer más grato el día a día de quienes allí viven.
“Comencé con una exposición individual en el International Café y las flores quedaron fijas en la entrada del lugar con un mural. Luego me encargaron una pintura cenital para la sala de conferencias de Aroma Coffee House. Meses de trabajo: decidí pintarlo con creyones y eso me tomo mucho, mucho tiempo. En este momento preparo una pintura de la serie Nectáreo para un proyecto de embellecimiento y recuperación del Business Loop, avenida que ha sido una mina de experiencias y afectos para mí, además de ser la vía donde está ubicado el hermoso taller donde trabajo. Este proyecto es muy especial para mí, porque una obra de la serie Nectáreo será la planta que ponga en la avenida que recorro a diario para hacer de esta, al fin, mi hogar”.
Cuando la artista habla de Nectáreo, se refiere a una de las series que ha venido desarrollando desde hace años: “Siempre que llego a un lugar nuevo pinto flores. La fiebre de las flores comenzó en Corea con la serie Nectáreo. Lejos, muy lejos de Caracas, sentía que el óleo espeso y los colores vivos me daban el calor que había dejado atrás. Desde entonces pinto flores cada vez que cambio de lugar, quizá para mantener vivo ese calor grato que la nostalgia agita con cada mudanza. Pintar flores es como un ritual de apropiación del lugar. Cuando me mudo a un nuevo apartamento, no es cuando pongo el cepillo de dientes en el baño o los zapatos en el closet que me siento en casa: es al poner una planta en alguna parte de la vivienda cuando finalmente aquel lugar queda bautizado como mi hogar. De esa misma manera, cada vez que pongo una pintura de flores en alguna parte de Columbia, la sensación de hogar se va ampliando”.
Permaneceremos atentos a sus nuevas y bellas intervenciones.