Oriunda de la ciudad de Caracas, Jennifer Hernández es de esas venezolanas soñadoras, luchadoras y que pone el corazón en todo lo que se propone. Desde el 2007 comenzó a desarrollarse en diferentes expresiones artísticas y lo que comenzó como un hobbie, es actualmente su gran pasión y carrera profesional: el pole dance.
Las competencias en pole dance comenzaron en el 2013 y en cada una iba superándose y mejorando, tanto así que iba escalando posiciones hasta ganar el primer lugar. Una caída en una competencia la aleja temporalmente de lo que tanto le gustaba hacer, sin embargo no se rindió y luchó hasta recuperarse totalmente y volver a convertirse en la mejor.
Jennifer emigró a Estados Unidos y es allí donde vio materializado uno de sus sueños: su propio estudio en la ciudad de Miami llamado “Aseret Pole Art”, donde prepara y asesora a atletas, que al igual que ella, desean ir a competencias. La diferencia entre el pole dance y el pole art es que, el primero se refiere a la creación de la disciplina, que te ayuden a desarrollar tu destreza física sin la necesidad de un performance previo o con intenciones artísticas; mientras que el segundo, y al que se le da mayor fuerza en su estudio, requiere de preparación física, pero con intenciones artísticas combinando gimnasia y destrezas que solo con dedicación y stretching se puede desarrollar. “Todo es un proceso de preparación continua y acompañado de una persona que sepa guiar sin forzar tu cuerpo todo saldrá bien”, comentó Jennifer.
El reconocimiento como una de las mejores en el área, la han llevado a ser jurado de importantes competencias y coach de quienes quieren lograr lo mismo que ella. Con miras a nuevas competencias, la artista sigue trabajando para representar su propia marca que brinda un mensaje saludable y de belleza inclusiva a todas sus alumnas.
“El pole para mí es más que un arte, es mi forma de expresarme, mi forma de demostrar lo que siento, de transmitir lo bella que soy, lo disciplinada que puedo ser. Con el pole el peso no infiere, el género no infiere, ni la edad, es para todos y nos une a todos. Te enseña que con dedicación puedes hacer lo que sea, volar, llegar a niveles que nunca creíste posibles, que puedes verte llorando de dolor muscular pero valdrá la pena. Por eso dediqué abrir mi propio estudio para que personas que necesitan un escape, una disciplina, un deporte en casa, un arte por el cual inspirarse puedan hacerlo”.