La isla es un documental que se adentra en la lucha por la independencia de Annobón, una pequeña isla volcánica del Atlántico cuyos habitantes viven hoy repartidos en el exilio, principalmente en España. Alejados de su tierra y sin posibilidad de regresar (nadie puede acceder a la isla sin el permiso del régimen del dictador Teodoro Obiang), los annoboneses mantienen vivo su sueño de libertad desde los márgenes de Europa.
El proyecto nació cuando el director John Petrizzelli leyó una breve nota de prensa sobre un grupo de exiliados que, desde Madrid, estaba formando un gobierno en el exilio. “Me llamó la atención que fueran un gobierno popular, de gente obrera, pobres, migrantes, organizándose para reclamar su derecho a existir”, explica el cineasta.

A partir de ese primer contacto, Petrizzelli comenzó a acompañarlos y a conocer su día a día: trabajadores del matadero, repartidores, obreros que sobreviven en los suburbios más duros, padeciendo el invierno, el desempleo y la precariedad. Es desde ese lugar, lejos del paraíso tropical que recuerdan, desde donde construyen su idea de patria.
La isla como quimera
El documental no muestra Annobón de forma directa. La isla se convierte en una entelequia, una imagen construida a partir de los recuerdos, los relatos y los anhelos de quienes no pueden volver. “Yo no he ido a la isla, no se puede ir. La isla existe en lo que ellos recuerdan y en lo que sueñan, pero no en lo que pueden ver”, señala Petrizzelli. “Cuando el mar aparece, lo hace filtrado por la luz artificial de un acuario, con un azul que nunca es el verdadero”.
Rodada a lo largo de un año, en los tiempos que permitía la vida laboral de la comunidad, La isla acompaña sus encuentros de fin de semana en bares de Fuenlabrada o en cualquier lugar donde puedan reunirse para hablar, organizarse y soñar la independencia.
Un mensaje universal
Más allá de la denuncia de las durísimas condiciones de vida en el exilio y de la situación aún peor de quienes permanecen en Annobón, el documental pone el foco en la organización política, la resistencia y la dignidad de un pueblo que lucha prácticamente solo, sin apoyos internacionales, debido a los intereses económicos que rodean a la dictadura de Guinea Ecuatorial.
Annobón no se siente identificada con el resto de las regiones del país: tiene otra cultura, otra lengua y una historia distinta. Sus habitantes se reconocen como españoles y se preguntan por qué territorios como Canarias sí mantienen su estatus, mientras ellos fueron abandonados. “Hablamos español, compartimos creencias, comemos tortilla de patatas. ¿Es porque somos negros?”, se preguntan.
Codirigido por Karlos Alastruey, La isla se presenta como un relato íntimo y profundamente político sobre los pueblos colonizados, el desarraigo y la memoria. Un mensaje universal que interpela al espectador y que explica la fuerte conmoción que provocó su estreno.
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