
Hoy exploramos la vida del apóstol Tomás, un hombre que, como muchos de nosotros, enfrentó dudas y luchas en su caminar con el Señor. Tomás, a menudo recordado por su famosa declaración “ver para creer”, nos recuerda que es humano dudar y que, en medio de nuestras luchas, es permitido caer. En Juan 20:24-25, vemos cómo su escepticismo lo llevó a clamar por una evidencia tangible de la resurrección de Cristo. Sin embargo, lo que podemos aprender de su historia es que, aun en nuestras dudas, el Señor nos levanta, nos habla y nos valida. A veces lo hace de manera indirecta, pero otras veces de forma directa y específica, como cuando Jesús se presentó a Tomás y le mostró sus heridas.
Es importante recordar que todos los apóstoles, incluido Tomás, tuvieron su tiempo de aprendizaje con el Señor. Pasaron años caminando a su lado, siendo testigos de milagros y enseñanzas. Sin embargo, esto no significó que vivieran vidas sin problemas. Cada uno de ellos enfrentó pruebas y adversidades, lo que a la larga les permitió enfocarse más en la misión que Jesús les encomendó. Las dificultades que experimentaron no solo forjaron su carácter, sino que también fortalecieron su fe.
Al final del día, en el momento de la verdad, toda nuestra fe, esperanza y salvación provienen solo de Cristo. Es un gran consuelo ver ejemplos a seguir en los apóstoles, quienes tuvieron el privilegio de caminar con Él y, a pesar de su cercanía, también mostraron su humanidad. Su historia nos educa, guía y disciplina en nuestro propio caminar. Recordemos siempre que el único y verdadero Salvador se llama Jesús de Nazaret, y que, a través de nuestras luchas y dudas, Él siempre está dispuesto a levantarnos y guiarnos hacia la verdad. Amén.
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