Palabras de S.M. el Rey tras recibir la llave de la Ciudad por parte del alcalde de San Juan de Puerto Rico
San Juan de Puerto Rico – Con profunda gratitud y emoción recibo hoy la llave de esta muy noble y muy leal ciudad, que mantiene abiertos los corazones de los puertorriqueños a todos los españoles desde hace 500 años. Me hace muy feliz estar de nuevo aquí en San Juan de PR y poder compartir el recuerdo y homenaje a su fundación.
Esta distinción, este gesto tan entrañable que es la entrega de las Llaves de una Ciudad, tiene justamente ese hondo significado simbólico y emocional. Representa la muestra de confianza que reconocéis —y la libertad que otorgáis— a una persona, a un visitante, para entrar en vuestra ciudad y para acercarse a los sentimientos de vuestros ciudadanos. Gracias, pues, por el alto honor con el que me habéis distinguido.
Lo recibo, sin duda, con orgullo personal, pero sobre todo en el ejercicio de la más alta representación de España en las relaciones con las Naciones de su comunidad histórica, conforme nuestra Constitución le atribuye a la Corona. Y —qué duda cabe— Puerto Rico ocupa un lugar muy especial y cercano en esta gran Comunidad de historia, de lengua y cultura, pero, sobre todo, de afectos y sentimientos.
Y es que 500 años contemplan esa relación estrecha entre España y Puerto Rico; basta pasearse por las calles de San Juan para sentirlo, para olerlo incluso. “El Contemplado”, así titula un libro suyo Pedro Salinas, escrito aquí, uno de los españoles que fue acogido con generosidad en esta tierra; y el contemplado es el mar, ese mar que rodea esta ciudad, que conforma su silueta, que nos separa pero que también nos une, que nos unió hace 500 años y sigue haciéndolo hoy. Y frente a él está la tumba de Pedro Salinas, en el cementerio de Santa María Magdalena, un camposanto de extraordinaria belleza encaramado a un acantilado, mirando también él a ese Atlántico convertido en puente.
Quiero felicitar al pueblo de Puerto Rico y en particular a los sanjuaneros por este aniversario, por todos los actos programados para esta celebración; una celebración que tiene que servir para recordar cuanto nos une, para renovar esos lazos, para reafirmar nuestros afectos, para evocar nuestro pasado común; un acontecimiento que da muestra a su vez de la vitalidad de esta ciudad y de su gente, de su pujanza, de su alegría de vivir.
También debe servirnos para que miremos juntos al futuro, orgullosos del empuje de la comunidad hispana en EEUU, de la que nos sentimos muy cercanos; para que sigamos trabajando en el fortalecimiento de nuestras relaciones económicas y comerciales, tal y como se pone de manifiesto con el Foro Económico y Empresarial que tendré la satisfacción de inaugurar hoy mismo.
Gracias a todos por el recibimiento, por vuestra hospitalidad y por vuestro cariño en esta visita, casi seis años desde la última que hice ─junto a la Reina─ para el VII Congreso Internacional de la Lengua Española.
Señor Alcalde,
San Juan cumple 500 años, pero en verdad tiene más, porque ya el 19 de noviembre de 1493 el almirante Cristóbal Colón la bautizó como San Juan Bautista, y en 1508 Juan Ponce de León fundó el establecimiento original, Caparra, situado al oeste de la actual capital. Y fue el mismo Ponce de León quien fundó la que hoy es la capital de Puerto Rico, en 1521, efeméride que ahora celebramos con la carga emotiva de tanta historia y el vínculo indeleble que representa.
En el contexto de esa historia, esta fundación debe enmarcarse en el modelo de presencia de España en América; un modelo donde los nuevos territorios se incorporaban a la Corona en situación de igualdad con los demás reinos. San Juan formó parte de esa primera oleada de fundaciones, como la más temprana de Santo Domingo en 1496, y las posteriores de Panamá en 1519, La Habana, también en 1519, Santa Marta en 1525, Cartagena de Indias en 1533, o Campeche en 1540, entre otras.
En estas históricas ciudades, España impulsó construcciones y edificaciones que hoy, más de quinientos años después, siguen albergando las instituciones públicas, y constituyen una parte indisoluble del patrimonio nacional. Esos muros centenarios son “Muros de España sobre la cambiadiza onda”, por decirlo con palabras de un poeta sanjuanero, Evaristo Rivera Chevremont, en ese hermoso soneto que dedica a su ciudad, piedra angular de ese patrimonio común. Un patrimonio que en el caso de San Juan se ha sabido preservar a través de los siglos, por lo que mereció justamente ser consagrado y reconocido mundialmente con su entrada en 1983 en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO
La fundación de estas ciudades implicó la creación de instituciones de gobierno, la construcción de universidades, escuelas, hospitales e imprentas. España trajo consigo su lengua, su cultura, su credo; y con todo ello aportó valores y principios como las bases del Derecho Internacional o la concepción de los derechos humanos universales. Conceptos y elementos que contribuyeron de manera muy importante al inicio de la Edad Moderna —a partir de instituciones como la Escuela de Salamanca, integrada por juristas, académicos y religiosos.
Y muchos de esos valores y principios están hoy plenamente vigentes, nutren el acervo de lo mejor de nuestras sociedades democráticas. Algunos tan básicos que hoy nos parecen evidentes, pero que no lo eran en otras épocas. Porque de ese pasado común, de esos valores aportados entonces por España y vigentes hoy, tenemos que sentirnos orgullosos todos, puertorriqueños, españoles, y el resto de pueblos hispanos; como orgullosos estamos de compartir una lengua extraordinariamente rica, que ha crecido con la constante aportación de los pueblos de las dos orillas de ese mar que desde aquí contemplaba Pedro Salinas.
Señoras y señores,
Desde su fundación han sido muchos los lazos de unión entre España y esta ciudad, y que hoy celebramos. Otro español universal, Juan Ramón Jiménez, “paseaba por el viejo San Juan como si hubiera vuelto a Cádiz” como recuerda su sobrina Carmen Hernández Pinzón; como también en casa se sentirá el sanjuanero cuando pasee por Cádiz, como si hubiera vuelto a San Juan.
Yo espero volver, estoy seguro de que volveré, pero antes permítame, Señor Alcalde, agradecerle de nuevo este honor, y desearles de corazón a todos los sanjuaneros y a todo el querido pueblo puertorriqueño un feliz V centenario.